Tu camiseta de algodón devora agua y energía

Tu camiseta de algodón devora agua
¿Qué hay detrás de una simple camiseta de algodón?

¿Sabes cuánta agua se necesita para producir una simple camiseta de algodón? En este post quiero mostrar con un sencillo ejemplo la importancia que tienen nuestras acciones cotidianas y el impacto que generan nuestras decisiones en un mundo globalizado.

El principio de Acción – Reacción

Puede sonar exagerado y muchas personas no lo saben, pero hoy en día hasta la más pequeña decisión cotidiana sobre las cosas que consumimos generan un impacto sobre el planeta, ya sea sobre el medio ambiente, sobre las personas o sobre ambas.

A veces nuestras acciones afectan a nuestros vecinos y es fácil detectarlas, empatizar y evitarlas; pero la mayoría de la veces, nuestros impactos repercuten a miles de kilómetros de donde nosotros estamos y así es mucho más fácil mirar hacia otro lado y pensar cosas como “eso no me afecta”, “eso son exageraciones”, etc.

En las últimas décadas, la conciencia ambiental y social está despegando y todo apunta a que seguirá creciendo, gracias en buena parte a las nuevas tecnologías que han conectado a los seres humanos de este mundo.

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Por suerte, son cada vez más las personas conscientes de lo interconectadas que están las diferentes culturas y los diferentes pueblos hoy en día, y también de la repercusión de nuestras acciones en esas otras culturas y países.

Y podemos informarnos y entender la repercusión de todo ello gracias a internet y a lo rápido que circula la información a través de las redes sociales.

La Huella Hídrica

Después de esta pequeña reflexión y volviendo al tema del post, ¿alguna vez te has preguntado cuánta agua se necesita para producir cualquier material fabricado por el hombre?

Es el concepto de huella hídrica.

Es un primo hermano del concepto de huella ecológica o huella de carbono (carbon footprint), que sirve para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero que producen las acciones humanas (fabricación de un producto, proceso industrial, actividad de una oficina, transporte o rutinas de las personas -como ir en coche, comer carne, encender la calefacción,…-).

Este concepto de huella ecológica surge por la preocupación mundial sobre el calentamiento global y su uso se ha extendido por todo el planeta, ayudando a medir impactos y a buscar soluciones, aunque en muchos casos las grandes empresas lo han utilizado como lavado de cara para mostrar lo verdes, ecológicas y respetuosas con el medio ambiente que son.

La huella hídrica (water footprint) es un paso más en ese avance hacia una mayor conciencia social y ambiental. Este concepto sirve para calcular el agua que hay detrás de cualquier producto que haya sido producido o fabricado por el hombre. Se puede entender mejor en la siguiente infografía (haz CLICK para AMPLIAR):

Infografía Agua Virtual

Tu camiseta de algodón

Para entenderlo mejor, veamos el ejemplo que os propongo:

¿Sabías que la camiseta de algodón que llevas tiene un gran impacto en el planeta? Su producción consumió unos 2.700 litros de agua, además de que se ha necesitado una gran cantidad de energía para llevarla desde los campos de algodón hasta tu armario.

Pero algunos de los mayores impactos de tu camiseta están en tu forma de cuidarla. Por eso lo mejor de todo es que está en nuestras manos hacer algo para reducir esos consumos: nuestras acciones cuentan.

En el siguiente video (cortesía de WWF y National Geographic) se puede entender de una manera sencilla el concepto de huella hídrica en una camiseta de algodón y puedes ver cómo tú puedes ayudar a reducir sus efectos negativos sobre el medio ambiente.

En el caso de la camiseta de algodón, son muchos los impactos directos o indirectos que deben ser tenidos en cuenta: la ocupación de tierra necesaria para el cultivo de la planta, los agroquímicos empleados, la energía utilizada en su transporte, el uso de tintes y otros químicos…

Una de las cuestiones más delicadas es la del agua. El holandés Arjen Hoekstra, el padre del concepto de huella hídrica, estima que para fabricar una camiseta de algodón de 250 gramos de peso se requieren unos 2.700 litros de agua (el estudio considera que las camisetas van a usarse 100 días a lo largo de dos años y que se van a lavar de media unas 50 veces).

Esto se refiere tanto al cultivo del algodón como a los procesos posteriores para la confección de esta prenda. En comparación, unos pantalones vaqueros de 1 kilo requerirían de unos 11.800 litros y un bastoncillo de algodón de 0,33 gramos unos 4 litros.

Quizás ya tengas claros todos estos conceptos, pero si quieres saber exactamente que cosas puedes hacer tú para reducir los impactos negativos, continúa leyendo…

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El Ciclo de Vida de una camiseta de algodón

Vamos a analizar el Ciclo de Vida de una camiseta de algodón: el proceso desde que se planta el algodón hasta que tiramos nuestra camiseta a la basura, para así poder tener una visión más clara de todos los impactos.

Podríamos englobar las fases del “Ciclo de Vida” de nuestra camiseta de algodón en 5:

  • Producción de la materia prima (algodón): obtención de semillas, siembra, fertilización, riego, protección ante plagas, cosecha
  • Elaboración: procesado, hilado, tejido, lavado, teñido, confección (corte y cosido)
  • Transporte: transporte a los mercados receptores, cadena de distribución hasta consumidor final
  • Uso: Lavado, secado y planchado (usos domésticos)
  • Desecho (residuo): Incineración, vertedero, depuradora de agua

En cada una de esas fases se generan impactos para el medio ambiente y para las personas.

Algunas preguntas y respuestas para entender los impactos generados en cada fase:

¿Quién cultiva algodón?

Los 5 mayores productores de algodón de la tierra son China, India, Estados Unidos, Pakistán y Brasil. De estos países, el mayor exportador de algodón del mundo es Estados Unidos (el resto de países, básicamente atiende a abastecer su propia demanda).

¿Cómo cultivan?

Más del 95 % de la producción mundial de algodón se realiza con agroquímicos. Y requiere mucha agua, al ser el algodón un cultivo de regadío (con unas grandes necesidades de agua). Está dentro de los cultivos llamados “cultivos sedientos”, como la caña de azúcar.

Muchos niños trabajan en los campos de algodón, incluso en ambientes con pesticidas en algunos de estos países. Explotación infantil, exposición a agrotóxicos en trabajadores (niños en muchos casos), contaminación de acuíferos y aguas superficiales por pesticidas usados en la producción de algodón (India).

EE.UU.

Centrándonos en el mayor exportador, EEUU, sobre el 90% del algodón de EEUU es genéticamente modificado (transgénico). Hace aproximadamente 20 años no existía algodón modificado genéticamente.

La zona de mayor producción siguen siendo los campos de algodón del delta del Misissipi. Antes se usaban esclavos negros. Hoy usan tecnología punta que mecaniza todo el proceso. Multinacionales de ingeniería genética de dudosa ética social y ambiental, tales como Monsanto, implantan sus semillas transgénicas y su modelo de producción.

Para el que no sepa de qué va esto, modifican un gen de la semilla que la hace resistente a un pesticida (también fabricado y comercializado por la Monsanto de turno). Al crecer la semilla estos campos se rocían con dichos pesticidas que matan todo bicho viviente y “malas hierbas” a excepción del cultivo en sí.

Si se mira desde el punto de vista del productor, este modelo garantiza cosechas más productivas, con menos riesgos asociados (plagas) y genera sustanciosos beneficios económicos (tanto para productores, como para las empresas de ingeniería genética).

Si se mira desde el punto de vista medio ambiental esto es “pan para hoy y hambre para mañana”.

Dichos pesticidas generan un impacto muy negativo sobre el medio ambiente: se contaminan los acuíferos y cursos de agua superficiales (ríos, arroyos, lagos…), se pierde biodiversidad y se alteran los diferentes ecosistemas, con lo cual se van degradando los suelos y perdiendo su fertilidad paulatinamente.

Además de contaminación atmosférica y de personas por los altos niveles de exposición a agrotóxicos usados en estos modelos productivos.

¿Dónde se procesan y fabrican las prendas?

Ese algodón de EEUU, va a fábricas de todo el mundo que lo procesan (Colombia, Indonesia, Bangladesh, Vietnam, Camboya…) y donde se fabrican camisetas y las prendas finales.

En 2013, 4 millones de personas trabajaban en Bangladesh en la industria de la ropa.

Con alta probabilidad, si miras en las etiquetas de alguna de tus prendas veras algún «Made in Bangladesh«.

En Bangladesh los salarios de una trabajadora textil (la mayoría son mujeres) pueden rondar los 80 dólares mensuales. La explotación infantil también está a la orden del día, los derechos de los trabajadores son limitados o inexistentes y las condiciones laborales son precarias.

A veces suceden tragedias, como el derrumbe el pasado abril de 2013 del edificio Rana Plaza, donde murieron más de 1000 personas y más de 2000 heridos, principalmente mujeres trabajadoras de la industria textil que fabricaban prendas para firmas tan conocidas como Benetton o Mango. Un día antes de la catástrofe se notificó en varios medios que el edificio presentaba serias grietas pero los encargados obligaron a los trabajadores a ir al trabajo diciendo que no era grave.

Este caso dio la vuelta al mundo por la magnitud de la catástrofe, pero en este país son habituales tragedias por incendios en fábricas textiles y muchos más accidentes que no tienen repercusión mediática; y mucha menos repercusión tienen las condiciones de trabajo, horarios y salarios que rozan la explotación.

El camino que sigue tu camiseta de algodón

Una más que posible historia de lo que pasa con una de nuestras camisetas podría ser la siguiente:

«Un granjero de Mississippi, dueño de grandes superficies de cultivo y bastante más interesado en su bolsillo que en el medio ambiente, produce algodón modificado genéticamente por la compañía Monsanto.

El proceso está altamente mecanizado y lo que antes se hacía con una gran cantidad de esclavos hoy se realiza con moderna maquinaria.

Este granjero vende su producción, que se envía a Bangladesh donde se procesa y se elaboran las prendas textiles.

Después de que una mujer de Bangladesh, haya cosido nuestra camiseta en las condiciones descritas anteriormente, estas prendas viajan en containers, transportados en barcos y trenes, cruzando continentes para llegar al punto final de venta, con el correspondiente coste ecológico en contaminación por dicho transporte. Por ejemplo, a Europa y Estados Unidos.

Allí finalmente alcanzarán sus puntos de venta finales donde nosotros, los consumidores, adquiriremos dicha prenda pagando una cantidad de dinero.»

Quizás llegados a este punto, sabiendo todo lo que sucede hasta aquí, nos paremos un segundo a preguntarnos si realmente necesito comprarme esa prenda.

La camiseta ya es mía: Impactos en la Fase de Uso

En cuanto la prenda es mía (fase de Uso), en mi mano está el reducir los impactos ambientales del lavado, secado y planchado; y mía es la responsabilidad de poner en práctica estos conocimientos:

  • Lavar sólo cuando sea necesario
  • Utilizar lavadoras eficientes (clase A)
  • Lavar con un programa en frío
  • Secar al sol y al aire libre (prescindir de secadoras)
  • Evitar el planchado en las prendas que no lo necesiten
  • Alargar la vida útil de la prenda

Según diversos estudios, en la fase de Uso, podemos reducir entre 3 y 5 veces las emisiones de CO2 siguiendo los consejos anteriores. Para una única camiseta!! Es mucha diferencia!. Imagina que todas las personas del planeta siguiéramos esas pautas… ¿No crees que merece la pena?

Piensa que cuando la tires, lo más probable es que acabe en un vertedero, en una incineradora, en una depuradora o tirada en medio de la naturaleza (en un río, playa, bosque, etc). En muy pocos casos esa prenda de algodón se reciclará.

Por eso también es muy importante alargar al máximo su uso. Con una camiseta y con todo.

¿Planchas, secadoras? ¿Son necesarias?. Suponen un alto gasto de energía, gasto de materias primas en la fabricación de esos electrodomésticos (= contaminación), más un gran gasto de nuestro dinero que tanto nos cuesta ganar. ¿Vale la pena?

Porcentaje de emisiones según procesos

Obtención de materiales

Fabricación

Transporte

Uso cotidiano

20,00%

9,00%

2,00%

60,00%

Nuestras elecciones marcan diferencias: el 60% de las emisiones de CO2 del ciclo de vida de una camiseta de algodón se producen durante la fase de USO (lavado, secado y planchado cotidiano). La fase que depende únicamente de nosotros y en la que SÍ podemos actuar.

¿Qué alternativas hay?

Con todo esto, simplemente quiero exponer los impactos de algo tan cotidiano como el algodón. La idea no es dejar de usar algodón y pasarse a usar fibras sintéticas. Una chaqueta de, por ejemplo, poliéster no es mejor. El poliéster es un derivado del petróleo; de sobra sabemos el impacto negativo que tiene sobre el planeta.

Además de entender qué hay detrás de nuestros productos cotidianos de consumo, existen cada vez más alternativas que tienen en cuenta la equidad social y el cuidado ambiental.

La primera alternativa es clara: NO COMPRAR, si no me hace falta.

Una alternativa, cuando tenemos que comprar una camiseta, es el algodón orgánico. Sí, ayuda a reducir el impacto ambiental. Su cultivo requiere las mismas cantidades de agua, pero al no aplicar agroquímicos en los cultivos se evita la contaminación de aguas y se reduce la toxicidad por agrotóxicos (fertilizantes y pesticidas), entre otras ventajas.

También existen fibras más respetuosas con el medio ambiente como el lino y el cáñamo de agricultura ecológica (también el algodón reciclado, es un tejido que está cobrando peso entre los consumidores más concienciados, y algunas empresas más comprometidas comienzan a comercializarlo).

Puedes conocer más sobre tejidos alternativos en Slow Fashion Spain, la Plataforma de Moda Sostenible en España.

La variante ecológica del algodón tan sólo representa un 1% de la producción mundial de algodón. Aún queda mucho por hacer y nosotros, los consumidores finales ahí sí que tenemos mucho que decir.

Otra cosa a tener en cuenta es intentar practicar el llamado consumo local, es decir, que el producto no haya tenido que viajar por todo el mundo antes de llegar a nuestras manos, evitando así toda la contaminación asociada a la fase de transporte.

Y cuando esto no sea posible, deberemos asegurarnos de que el producto que adquirimos procede de comercio justo (hoy en día hay numerosos sellos que acreditan la procedencia).

Consumir con cabeza

Espero que este Post -y a través de un ejemplo tan sencillo y gráfico como una camiseta de algodón- te haya aportado herramientas para actuar y ser parte del cambio de conciencia global.

Evita consumir cosas que no necesitas, porque genera desquilibrio ambiental e injusticia social.

Y si de verdad necesitas comprar, piensa en las alternativas posibles y utiliza tu conocimiento para reducir los impactos negativos.

Conciencia, respeto, no consumismo, repensar nuestras necesidades, pensar el futuro…

Y tú ¿qué opinas de todo esto?

¡Anímate a escribir un comentario y también a compartir esta información con tus contactos!

Ernesto Cidad – Agua Ecosocial

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13 comentarios en “Tu camiseta de algodón devora agua y energía”

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  5. Interesante artículo. Pero podrías explicar por qué sostienes que el consumo masivo de agua es malo para el planeta? El agua de los ríos es una fuente renovable, continuamente se reabastecen gracias a las lluvias. Por lo tanto, por qué no hacer uso de una parte de su caudal, para cultivos de algodón o para lo que sea? (pesticidas y contaminaciones aparte, que ese ya es otro tema)

    1. Hola Daniel,
      El consumo de agua es necesario para el ser humano. Y el ciclo natural del agua se renueva constantemente. El agua del planeta podríamos decir que es constante, pero lo que varía es la disponibilidad de agua en cada ecosistema (cada zona del planeta). La alteración de ecosistemas acuáticos (por ejemplo, la sobreexplotación de un acuífero para usos agrícolas o industriales) puede generar graves problemas medio ambientales.
      Abrazos!

      1. Ajá. Y según he podido leer esa sobreexplotación también puede crear problemas para la población, porque los pozos particulares que se abastecen de esos acuíferos pueden quedar secos, obligando a hacer pozos cada vez más profundos para llegar al nivel del agua.

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    1. Gracias Alejandro por tu mención a este post en tu blog. He leído tu artículo «Sostenibilidad y salud en el veganismo» y me ha parecido muy interesante por la cantidad de información que aportas. Conozco el veganismo bastante bien, ya que convivo con veganos, y comparto muchos de los puntos que comentas. Ánimo con el blog y un placer! Ernesto.

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